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martes, 22 de enero de 2013

nº6: AHOGARSE EN UN VASO DE AGUA

Hasta aquí hemos llegado. Trata de meter la cabeza en un vaso de agua, pero no puede porque la tiene muy grande, la cabeza. O muy pequeño el vaso. Sólo le cabe la nariz, pero al sumergirla en el vaso rebosante el volumen de agua proporcional al tamaño de la nariz -por una cuestión de aforo molecular- se sale del vaso. ¡Así no hay manera! Podría llenar una bañera de agua y, en cierto modo, sería como un gran vaso de agua. Un vaso de agua figurativo, buñueliano. Pero él siente que si hay un dicho que represente mejor su naturaleza depresiva éste es el de 'ahogarse en un vaso de agua' y que, a fin de dar sentido a su miserable existencia, sería bonito rendir homenaje al hombre que fundó el dicho muriendo de ese modo (un hombre del medievo tremendamente inseguro e infeliz que, mientras se refrescaba el gaznate vaso de agua en mano, determinó que su natural imposibilidad para superar el menor de los problemas se podía reseñar en una metáfora que incluyera el concepto 'agua' y el concepto 'vaso'; un pionero del autoconocimiento). Sólo ese visionario del medievo, ese psicólogo de vanguarda, está en posición real de comprender lo que significa 'ahogarse en un vaso de agua'. Es su confidente en el tiempo. Por eso lo intenta una y otra vez, empecinado, sin darse un respiro. Quiere morir noblemente y redimir a todos los lloricas anónimos que a lo largo de la humanidad han muerto siendo unos putos desgraciados. ¡Un harakiri colectivo y atemporal!
 

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